lunes, 12 de diciembre de 2011

Miedos...

Escuchando esa canción que me hacia sentir cosas anteriores a mi, justo en ese momento, vi su sombra, un escalofrió entro en mi cuerpo, apagué la luz. Tenía miedo. Era esa sensación inexplicable que ya había sentido más de una vez... Como si en alguna vida pasada, mi alma hubiera pasado por algo parecido... Una de las dos que me hacía sentir pequeña, totalmente desprotegida... Ocultada en la oscuridad de mi habitación observaba a través del velo de la cortina esa sombra que estaba en la otra ventana opuesta a la mía. Estaba enfrente, de pie, observante, me parecía... Atento a mis movimientos, vigilante, quizá intrigado a que hacía... Esperaba que no me viera a través de aquella cortina fusionada con la oscuridad. Mis ojos mantenían la mirada que mostraba el temor que sentía mi cuerpo en aquel momento, fue entonces cuando derrame lagrimas, cuando me dí cuenta que estaba sola frente a todo, nadie podría salvarme, nadie estaba a mi lado, solo yo. Mis movimientos eran cuidadosos y  mis pasos sigilosos, cualquier movimiento brusco o luz dada sería delatarse. En esa niebla negra vi pequeñas lucecitas, era mi osito de peluche de mi infancia, lo cojí y me le quede mirando con añoranza, esa inocencia que tenía de niña y entonces lo abracé y delicadamente me fui metiendo entre las sábanas de mi cama, acurrucándome como si me sintiera segura y la única protección que hicieran que saciaran mi llanto y el temor a las pesadillas fueran ese peluche y las sábanas tapando mi ser, al igual que cuando era niña...